domingo, 28 de agosto de 2011

Como te dás en mi


Era toda una confusión, yo no encajaba para nada en el lugar, tenía en mi mente demasiadas cosas, aunque eran las mismas desde hace unos días atrás. Ya me sentía bastante más ubicado, pero creo que hay cierta obsesión en mi interior. Talvez es el vivo recuerdo de esos buenos días  en los que indirecta y descaradamente, tuvimos la posibilidad de conocernos. Fueron más que palabras, pues el silencio fue el violinista aquella noche, tus manos pasaron por mi cara, y por algunos instantes rodaron por mi cuello de una manera despreocupada pero cercana. Bastante personal, y no puedo negar que me sentí bien. Luego mis manos rozaron tu ante brazo derecho, y pasados unos minutos me pediste que subiera mis manos por el resto de tu brazo.

Ya era tarde y mis ojos estaban bastante cansados, pero viendo que estaba contigo, todo se despejo y quede bastante despierto. Mis manos pasaron por encima de tu hombro Tu espalda estaba muy tensa, recuerdo que lo discutimos por un momento.

Esta situación tenía pocas explicaciones, pues era un inocente masaje de espalda que escondía la atracción de dos almas que indirectamente quisieron conocerse mejor. Luego me dijiste que te hubiera encantado tener el vestido de baño para que el “masaje” fuera mejor. Yo simplemente reaccione a tu comentario con una pequeña risa, aunque de alguna manera yo también hubiera querido que lo tuvieras puesto. La noche siguió acompañándonos de la mano del silencio, que en lo poco que he vivido, nunca me había dicho tanto. Luego me advertiste que no ibas a hacer nada raro, me pediste que dejara mi mejilla a la vista,  tu nariz se deslizo por ella mientras rozaba mi barba, recuerdo que lo hiciste dos veces, te acostaste, y luego de un momento lo volviste a  hacer.

Mas tarde mis manos rodaron por tu cuello, saludaron la parte de atrás de tu pelo y acariciaron sencillamente tus orejas,  solo pensaba en el momento, quería que fuera infinito. La noche cedió su lugar al sonido de los pájaros, y a la tenue luz de la madrugada, tu me preguntaste que porque había una luz prendida en el cuarto de al lado, yo respondí bastante impactado, que ya estaba amaneciendo, mire el reloj y este marcaba las 6. Ya llevábamos un buen rato sin hablar, simplemente había pequeñas caricias, pero no era nada del otro mundo, lentamente nos quedamos dormidos, acompañados por ese raro sentimiento, aunque por lo menos yo, no le di mucha importancia pues solo disfrutaba del momento, al levantarnos todo volvió a ser igual que siempre.

Tengo muy claro que tanto tus actos como los míos, no fueron en ningún momento un intento de llegar “mas allá”, pero fue un muy buen resumen de la semana y hoy espero que de algo más.
Todo simplemente sucedió, y todavía me gusta que eso halla quedado allí. Aunque lo que mas espero es que en tus pensamientos esté ese momento, y sobretodo la pista que te dí.

Ya me siento bastante mejor,  más encajado en la realidad, en el fondo suena Summertime, y en un momento jugare yatzee. Pero en los próximos incontables segundos que hay desde hoy hasta mi muerte, creo que acompañarás mi mente, creando círculos, o pesándolo mejor, remolinos.

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