viernes, 6 de enero de 2012

Un café, la vida y unas rosas


Era una tarde oscura, llena de bruma, las luces de los carros se veían como pequeños reflejos sobre el asfalto, y la velocidad no sobrepasaba los 30 kilómetros por hora; los peatones caminaban pensativos por las aceras, hubo uno que me llamo la atención, este señor sostenía en su mano derecha un cigarro, pero realmente solo lo probó para prenderlo, lo seguí desde la 85 con 11 hasta que un tiempo después se sentó en Juan Valdez de la 72, ordenó un café endulzado con caramelo, estaba perfecto para el frio que hacía en la capital.

Eran casi las seis de la tarde, no tenía ningún afán, vi que el señor saco de su abrigo otro cigarro, lo encendió, se acomodó en su silla, bebió un sorbo de ese café, desde mi silla alcance a sentir en mi boca ese aroma amargo endulzado con un poco de caramelo. Mientras alistaba mi billetera para comprar un café, vi que el señor saco de su abrigo un libro de José Saramago, a lo lejos no puede establecer cual era, pero realmente no me importó.

Me acerque a una mesa, me puse cómodo, saque mi libreta y mi i-pod, mientras sentía el humo del café pasar por mi nariz, pude describir el aspecto de este hombre, era un poco más alto que yo, debía medir un poco menos de dos metros, tenía aproximadamente unos 48 años y su pelo era largo y canoso. Tenía unos zapatos cafés, se veían extremadamente cómodos para el frio, un pantalón azul oscuro, no estoy seguro si era un jean, al parecer su camisa era color marrón con tres botones en el centro del pecho, pues fue lo poco que pude ver debajo de su abrigo cuando iba a encender su segundo cigarrillo, su abrigo era marrón, tenía varios bolsillos, pero por lo visto no los utilizaba, por la mitad cruzaba una cremallera. Su rostro era muy cálido, tenía unas gafas Ray-Ban modelo Way Farer, las típicas gafas de los artistas hippies, de marco cuadrado, en esta ocasión el marco era rojo con negro.

Mientras seguía la descripción en mi libreta, pude ver qué libro era el que este personaje estaba leyendo, era un libro que alguna vez tuve la oportunidad de leer, Las intermitencias de la muerte. Sentí mucha curiosidad de hablar con él, ya que me pareció interesante averiguar más sobre este hombre, ya estaba terminando el libro, así que lo más apropiado era acercarme a el por lo más obvio, su libro.

Me dirigí hacia su mesa, cuando estaba al frente le pregunte que cómo le había parecido el libro, el señor estaba consumido en sus pensamientos, guarde silencio, y luego el señor se quedo mirándome con cara de, ¿Qué quiere?, entonces le repetí la pregunta, al señor se le escurrió una lagrima por su mejilla y se perdió en su barba blanca. Me pidió el favor de retirarme de su mesa, en ese momento me sentí aún más interesado por él. Pero no tuve más que volver a mi puesto, en ese momento el señor intentó prender otro cigarro pero solo lo sostuvo en la boca por dos segundos y lo guardo de nuevo en la caja, pidió otro café.

Un poco después, cuando ya había anotado en mi libreta lo que había sucedido, me volví a acercar al señor y le pregunte que si quería hablar, el señor jalo la silla e hizo el ademán necesario para que yo tomara asiento, pero no dijo ni una sola palabra, guardo silencio y se veía en su rostro el disfrute de su café. Poco a poco su cara fue cambiando, le pregunte que qué le sucedía, me respondió que él no era él, que ha sido el títere de un sistema toda su vida, ha sido víctima de una rutina de la cual él nunca quiso hacer parte. Es un médico reconocido, tiene cientos de pacientes y tres carros de último modelo, dos apartamentos por la zona, uno en la cabrera y el otro arriba de la circunvalar, tiene una esposa que no trabaja y un hijo que vive en Paris. 

En mi mente los hechos no tenían mucho sentido, pues él tenía cosas que una persona quisiera tener, una carrera, un techo dónde dormir, un hijo, puedo imaginarme que estudiando en la Sorbona u otra universidad de buen nombre.

El hombre me dijo que lo único que no tenía, era la esencia, ese toque mágico que acompaña a las personas para hacer con gusto su trabajo, pues para él es un martirio levantarse cada mañana para dirigirse a su consultorio, pero el solo lo hace para servir a los demás, pues él es oncólogo,  pero es oncólogo con esencia de músico.

En un momento me pidió que le diera mis audífonos, y conectó su i-phone, me mostró lo que él había hecho cuando tenía 16 años, casi mi edad, quede impactado, eran canciones que hablaban de un futuro bohemio, anoté en mi libreta una frase que decía, “yo no soy de fiestas ni de grandes reuniones, yo soy de guitarras y buenas canciones”, sus padres lo habían obligado a tener un futuro de camisas planchadas y vacunas a tiempo, cómo dice Cortázar, y el no era más que Fito Páez al lado del camino.

Cuando termine de escuchar todo, me sentí muy identificado, sentí por un momento ser yo el que habla, me vi llorando en un café, viendo mis planes desvanecidos en la naturaleza, en el tiempo. Desperté, y me vi en el escenario de la vida, tocando, escribiendo y dejando estelas de esencia en mi camino, vi los altos y los bajos, vi a mi tío, el músico, diciéndome que de la música no se vive, pero que cuento con él, que al salir de la universidad tengo un puesto asegurado.

Luego, le dije al señor que él todavía tiene tiempo y los recursos para hacer lo que quiere, su música y su poesía, pero me compartió los resultados del último examen que le realizo un colega de su consultorio. Claro está, no entendí nada, y él me explicó qué era cada cosa, qué era una metástasis, y bueno el tiempo aproximado de su cáncer terminal, me dijo que quisiera ver a la muerte durmiendo por un tiempo, y que sus exámenes, es decir su carta violeta, fuese la del violonchelista, la de este personaje del libro de Saramago que pudo vencer a la muerte.

Según dice el señor, la música todo lo puede, el ritmo todo lo puede, y con una sonrisa en su rostro, salió del café, en la puerta hizo una pequeña seña de adiós, lo seguí con la vista y entre los árboles pude ver que compró unas rosas, hizo una llamada y se perdió entre las calles de la capital.

Solo espero que esto no sea parte de mi destino desvanecido en la naturaleza, en el tiempo.

domingo, 23 de octubre de 2011

¿Cuánto tiempo?



Al amanecer, ¿cuánto tiempo?
Tomamos los dados del esfuerzo,
Nos alistamos a rodar,
Rodar sin importar la suma final,
Difícil decisión entrar a rodar.

Al atardecer ¿cuánto tiempo?
Ver corer quien escribe nuestra historia
Ver el agua que escuree por nuestros cuerpos,
Y pensar que al ponerse el sol,
El escrito sigue en su labor.

Por la noche ¿cuánto tiempo?
Simplemente nos guardamos,
El escritor, persiste en nuestra historia
No importa el lapso de sueño,
Al final vamos a despertar.

En la madrugada ¿cuánto tiempo?
El tren se detiene por inercia,
Si fue mucho o poco,
Si fue simple o engorroso,
Al final, cumplir el deber ganará.

lunes, 12 de septiembre de 2011

MELODIC SEASON



     It was a cold evening; I wished to be too far away, to be lost in my insight and just wait for the infinite power of sounds to penetrate my ears, burst into every single vein in my body, and shatter in my chest.
     It was a season of chillness and tranquility that was leading my movie, but it wasn’t enough for me, I was waiting for a hard, fast and strong ambience for it to be perfect.
     Night creates the illusion of something new, it is the incubator for random possibilities; Night creates the clever interrogative that bothers me every second, but at the same time blitheness me to feel that you are going somewhere, but being unaware of anything that might happen later.
     As always there is this moment where the season should change and I want to run away from night, I have had enough.
     All at once I feel a very special and sweet wind that flirts with the cool but intense orange color that melts with white and serves as my roof for today in this sandy evening.
     It is so particular; my skin is covered by the inevitable heat that causes the water that fall lost in the horizon, be ready to receive my visit.
     For some minutes I was blinded by the warm sound of water, and I was able to listen a short and petty conversation very far from this place; I was lost in sounds. I would love to be blind for some more than minutes, but now I continue my walk because my roof is sparkling.
     However ill stay here some more time, maybe for ever, but I hope that sounds go with me every where I go; I need sound to be my companion, my best friend. But sadly this will only last until I could differ if I am dead or I am alive.

domingo, 28 de agosto de 2011

Como te dás en mi


Era toda una confusión, yo no encajaba para nada en el lugar, tenía en mi mente demasiadas cosas, aunque eran las mismas desde hace unos días atrás. Ya me sentía bastante más ubicado, pero creo que hay cierta obsesión en mi interior. Talvez es el vivo recuerdo de esos buenos días  en los que indirecta y descaradamente, tuvimos la posibilidad de conocernos. Fueron más que palabras, pues el silencio fue el violinista aquella noche, tus manos pasaron por mi cara, y por algunos instantes rodaron por mi cuello de una manera despreocupada pero cercana. Bastante personal, y no puedo negar que me sentí bien. Luego mis manos rozaron tu ante brazo derecho, y pasados unos minutos me pediste que subiera mis manos por el resto de tu brazo.

Ya era tarde y mis ojos estaban bastante cansados, pero viendo que estaba contigo, todo se despejo y quede bastante despierto. Mis manos pasaron por encima de tu hombro Tu espalda estaba muy tensa, recuerdo que lo discutimos por un momento.

Esta situación tenía pocas explicaciones, pues era un inocente masaje de espalda que escondía la atracción de dos almas que indirectamente quisieron conocerse mejor. Luego me dijiste que te hubiera encantado tener el vestido de baño para que el “masaje” fuera mejor. Yo simplemente reaccione a tu comentario con una pequeña risa, aunque de alguna manera yo también hubiera querido que lo tuvieras puesto. La noche siguió acompañándonos de la mano del silencio, que en lo poco que he vivido, nunca me había dicho tanto. Luego me advertiste que no ibas a hacer nada raro, me pediste que dejara mi mejilla a la vista,  tu nariz se deslizo por ella mientras rozaba mi barba, recuerdo que lo hiciste dos veces, te acostaste, y luego de un momento lo volviste a  hacer.

Mas tarde mis manos rodaron por tu cuello, saludaron la parte de atrás de tu pelo y acariciaron sencillamente tus orejas,  solo pensaba en el momento, quería que fuera infinito. La noche cedió su lugar al sonido de los pájaros, y a la tenue luz de la madrugada, tu me preguntaste que porque había una luz prendida en el cuarto de al lado, yo respondí bastante impactado, que ya estaba amaneciendo, mire el reloj y este marcaba las 6. Ya llevábamos un buen rato sin hablar, simplemente había pequeñas caricias, pero no era nada del otro mundo, lentamente nos quedamos dormidos, acompañados por ese raro sentimiento, aunque por lo menos yo, no le di mucha importancia pues solo disfrutaba del momento, al levantarnos todo volvió a ser igual que siempre.

Tengo muy claro que tanto tus actos como los míos, no fueron en ningún momento un intento de llegar “mas allá”, pero fue un muy buen resumen de la semana y hoy espero que de algo más.
Todo simplemente sucedió, y todavía me gusta que eso halla quedado allí. Aunque lo que mas espero es que en tus pensamientos esté ese momento, y sobretodo la pista que te dí.

Ya me siento bastante mejor,  más encajado en la realidad, en el fondo suena Summertime, y en un momento jugare yatzee. Pero en los próximos incontables segundos que hay desde hoy hasta mi muerte, creo que acompañarás mi mente, creando círculos, o pesándolo mejor, remolinos.

domingo, 21 de agosto de 2011

Al mar, al horizonte, al amor...


Es algo que va mas allá de lo normal,
Sobrepasa los limites de la realidad,
Pues descubrí que las apariencias pueden mover hasta el cauce de un río,
Hacen que no pienses o que simplemente  decidas muy rápido.

Siempre va a haber mas de una opción y se que todo llega a su debido tiempo
Pero hay cosas que quisiera poder cambiarle al tiempo,
Pero se que no podré,
Se que por mas que no quiera deberé darle tiempo al tiempo.

Esto que escribo no quiere decir que deje unas por otras,
Es simplemente el análisis de mi conciencia ,
El amar versus el conocer,
El morir contra el nacer.

No se si yo no sirvo para el amor,
No se si puedo llevarlo como lo llevo,
No entiendo como sacrificar mi tiempo,
No entiendo si es realmente necesario.

No juzgo esto como bueno o malo,
Simplemente lo pregunto a la vida,
Pero si de mi opinión se tratase,
Diría que el amor es de dos.

El amor no depende ni de mi, ni de ti,
Es algo de ambos,
Y solo pido un poco de calma,
Solo pido un poco de falta.

Veo rostros tan felices a mi alrededor,
Felices a causa del amor,
Y eso me pone a dudar aún mas,
¿Porque esto no será infinito para mi?

¿Porque cuando creo estar feliz,
Cuando todo parce perfecto,
Tiene que cambiar el juego?
Me lo he preguntado varias veces.

Veo a alguien pero es como un espejismo,
Es como pensar que el horizonte acaba,
Es tenerlo todo pero no tener nada,
Simplemente un dilema constante.

Luego encuentro a alguien mas,
Pienso todo y no pienso nada,
Lo doy todo o simplemente no doy nada,
Esta es mi vida, mi guitarra.

He decidido seguir mi rumbo,
El curso que en efecto me ayudará a surgir,
Pues de pronto cuando menos lo espere,
Llegará.